XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 



Lectura del Evangelio según San Lucas 12:49-53

 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Vine a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Pero también he de recibir un bautismo y ¡qué angustia siento hasta que se haya cumplido! ¿Creen ustedes que yo vine para establecer la paz en la tierra? Les digo que no, sino la división. En efecto, de ahora en adelante, en una casa de cinco personas, habrá división, tres contra dos y dos contra tres; división de padre contra hijo y de hijo en contra de su padre, de madre contra hija y de hija en contra de su madre, de suegra contra nuera y de nuera en contra de su suegra”.

Comentario breve:

El texto de hoy destaca de una forma dramática y casi amenazante la naturaleza y el propósito de la misión de Jesús en la tierra. En el Antiguo Testamento el fuego era un símbolo purificador asociado con las manifestaciones de Dios (teofanías), y Juan Bautista había anunciado que Jesús bautizaría con fuego y el Espíritu Santo. El fuego es una de las manifestaciones del Espíritu Santo en Pentecostés que aparece en el libro de los Hechos de los Apóstoles: 2:3-4.

Jesús explicaba su “bautismo” como una inmersión total en su misión redentora, algo que causó y aún causa dudas en quienes no quieren alterar su paz y complacencia personal y familiar por el Evangelio. Es por todo esto que el mensaje de Jesús puede ser una fuente de conflicto y división aun entre las familias.

Tres ideas importantes de la lectura:

Lucas advierte a sus lectores que el seguimiento del Evangelio puede causar división aun entre las familias.

El énfasis que Jesús puso en el perdón y la paz puede haber dado a sus seguidores la impresión de que su mensaje era flojo o débil. En el texto de hoy Jesús asegura a los que le escuchan que para seguirle hay que pagar un alto precio.

Las primeras comunidades ofrecían a sus miembros una intimidad que exigía el uso de un lenguaje familiar. Por ejemplo, “hermano” y “hermana” era la manera corriente de llamarse unos a otros como miembros de la Iglesia de Cristo.

Para la reflexión:

1. ¿Cómo me siento al escuchar estas palabras de Jesús que no son ni dulces ni llenas de paz? Sea específico.

2. ¿Me he sentido alguna vez excluido o rechazado por mi familia y amigos por causa de mi fe?