XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 

Evangelio según san Lucas 17:5-10

En aquel tiempo los apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. El Señor respondió: “Si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, le dirían a ese árbol que está ahí: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y el árbol obedecería. Supongan que uno de ustedes tiene un servidor* arando o cuidando el ganado. Cuando éste vuelve del campo, ¿le dicen ustedes acaso: ‘Ven en seguida a sentarte a la mesa’? ¿No le dicen más bien: ‘Prepárame comida, y ponte el delantal para servirme, y después que yo haya comido y bebido, tú lo harás a tu vez’? Y después, ¿se sienten agradecidos de ese siervo porque hizo lo que le mandaron? Esto vale para ustedes. Cuando hayan hecho todo lo que les ha sido mandado, digan: sólo hicimos lo que debíamos hacer’”.

*Jesús no está aprobando la esclavitud ni la servidumbre, sino usando una imagen común de su cultura para que todos entendieran su mensaje.

Comentario breve:

La lectura de hoy trata de la fe y aparece en el contexto de varias enseñanzas de Jesús sobre el discipulado. La primera parte compara la fe a un grano de mostaza, una imagen exagerada para llevar un mensaje: la fe es tan poderosa que aún una cantidad mínima puede obrar milagros. La segunda parte habla de la calidad del servicio de los que dicen tener fe. Al igual que los sirvientes están supuestos a hacer lo que se les mande, los discípulos de Jesús han de tener una actitud de servicio. Anteriormente en este evangelio, Jesús se había enojado con los discípulos porque éstos pedían los primeros puestos y recompensas por seguirle. Hoy, Jesús se preocupa porque sus amigos piden un aumento de fe. ¿Es ésta una petición sincera nacida de un deseo de conocerlo mejor? Quizás la motivación era imperfecta: ligaban la fe con la habilidad de hacer milagros. O, tal vez, creían “merecer” más fe porque lo acompañan a Jerusalén.

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Los seguidores de Jesús deben cuidarse de no esperar recompensa cuando sirven a los demás.

  • Cuando estamos motivados por la fe y no por la obligación, nos resulta más fácil decir: “Sólo hicimos lo que debíamos hacer”.

  • La fe es algo radical. O la tenemos o no la tenemos; no puede ser medida. Con sólo un poco de fe auténtica Dios puede hacer maravillas.

Para la reflexión:

  1. ¿Estoy siempre esperando una “recompensa” por lo que hago por los demás? ¿Qué me motiva a servir: mi fe o el deseo de ser admirado por todos?

  2. Cristo no vino como un monarca o un jefe, sino como un servidor. ¿He sentido alguna vez que el servir me disminuye como persona?