XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana
Evangelio según san Lucas 17:11-19
En aquel tiempo, de camino a Jerusalén, Jesús pasó por los límites de Samaria y Galilea. Al entrar a un pueblo, diez hombres leprosos le salieron al encuentro. Se quedaron a cierta distancia y gritaron: “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”. Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban, quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato. Llegó alabando a Dios en alta voz y echándose a los pies de Jesús, con el rostro en tierra, le daba gracias. Este era samaritano. Jesús entonces preguntó: “¿No sanaron los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿El único que ha vuelto a alabar a Dios ha sido este extranjero?” En seguida dijo al hombre: “Levántate y vete: tu fe te ha salvado”.
Comentario breve:
El pasaje de hoy narra un encuentro entre Jesús y diez leprosos. Según la Ley (Levítico 13,45-46), los leprosos eran mantenidos aparte para que no contagiaran al resto del pueblo; nadie podía acercarse a ellos sin quedar impuro. Estos diez, movidos por la fe en Jesús, le piden sanación. Jesús les manda ir a presentarse a los sacerdotes que eran los que tenían el cargo oficial de determinar si un leproso había sido curado y podía regresar a la comunidad. Los diez obedecieron al Maestro y por el camino quedaron sanos, pero sólo uno regresó a dar las gracias alabando a Dios. La enseñanza va más allá del agradecimiento, ¡el único que regresó era samaritano!* Mientras los otros se preocupaban por cumplir los trámites legales, él no pensó más que en dar gracias a Dios, ahí mismo donde la gracia de Dios lo había encontrado; ésta es la fe que nos salva y nos transforma. Entre tantos que piden sanaciones y favores, ¿cuántos aprenderán a amar a Dios? El mensaje es claro: si aquellos a los que la salvación llegó primero (judíos) no la reconocen, ésta será ofrecida a todo el mundo.
*Los samaritanos y los judíos eran enemigos. En este caso viajaban juntos porque ambos estaban excluidos de sus comunidades.
Tres ideas importantes de la lectura:
De cierta forma, cada uno de nosotros es un leproso que necesita sanación. El samaritano que regresó a dar gracias a Jesús nos puede servir como modelo para la oración.
La fe de los leprosos los sanó físicamente, pero la sanación del samaritano le trajo también la salvación.
Lucas es el único evangelista que narra esta historia y también la parábola del Buen Samaritano. En ambos casos, Jesús pone a un extranjero como ejemplo para los judíos.
Para la reflexión:
¿He tenido algún encuentro con un “samaritano?” ¿Alguien de otra religión o raza que me dio un verdadero ejemplo de fe y agradecimiento?
¿Reconozco que Jesús es mi sanador aún cuando la cura física no suceda como yo deseo?