XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 

Evangelio según san Lucas 18:9-14

En aquel tiempo, Jesús puso esta comparación por algunos que estaban convencidos de ser justos y que despreciaban a los demás: “Dos hombres subieron al Templo a orar, uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos, adúlteros, o como ese publicano que está allí. Ayuno dos veces por semana, doy la décima parte de todo lo que tengo’. El publicano, en cambio, se quedaba atrás y no se atrevía ni siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador’. Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque todo hombre que se hace grande será humillado, y el que se humille será hecho grande”.

Comentario breve:

Los fariseos ponían mucho empeño en cumplir la Ley de Dios y multiplicaban los ayunos y las obras de misericordia. Desgraciadamente se atribuían a sí mismos el mérito de su vida tan ejemplar: sus obras buenas obligaban a Dios a que los premiara. El publicano, en cambio, se reconoce pecador ante Dios y ante los hombres, y no pide más que su perdón. Y Jesús nos dice que estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa. Esta parábola condena la actitud crítica y autosuficiente del fariseo y enseña que la actitud del cristiano debe ser de humildad y dependencia total de la gracia de Dios. Los dos personajes son estereotipos del hombre bueno y el malo. El fariseo era un buen hombre, ayunaba, pagaba el diezmo, etc. El problema era que su corazón estaba lleno de orgullo. Se engañó porque se juzgó con excesiva benevolencia y perdió la capacidad de ver sus faltas. El publicano, recaudador de impuestos, no se creía merecedor de la gracia de Dios. En esta parábola, Jesús lo viró todo al revés. Los recaudadores de impuestos eran considerados traidores del pueblo, cobrando en nombre del imperio romano y, en muchas ocasiones, robándose una buena parte del dinero. El publicano representaba al hombre pecador. Sin embargo, fue él quien regresó a casa lleno de la gracia de Dios.

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Jesús retó los valores religiosos y sociales de su cultura: “los últimos serán los primeros, el Reino de Dios pertenece a los pobres, los sencillos heredarán la tierra, y los que se humillen serán ensalzados”.

  • El Reino no es para los engreídos y los autosuficientes, sino para los humildes.

  • El fariseo salió del templo tal y como llegó: lleno de su soberbia y vacío de Dios.

Para la reflexión:

  1. ¿Qué me dice esta parábola? ¿La considero justa? Si soy un católico comprometido, ¿no merezco más que los pecadores?

  2. ¿Con cuál de las dos oraciones me identifico más, la del publicano o la del fariseo?