VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 

Lectura del Evangelio según san Lucas 6:17, 20-26

  En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se detuvo en un llano. Había ahí un grupo numeroso de discípulos suyos y una gran cantidad de gente que había venido tanto de la Judea y de Jerusalén, como de la costa de Tiro y de Sidón*. Levantando entonces los ojos hacia sus discípulos, dijo: “Felices los pobres, porque de ustedes es el Reino de Dios. Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán satisfechos. Felices ustedes, los que lloran, porque reirán. Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre. En ese momento alégrense y llénense de gozo, porque les espera una recompensa grande en el cielo. Por lo demás, ésa es la manera como trataron también a los profetas en tiempos de sus padres. Pero, ¡pobres de ustedes, los ricos, porque ustedes tienen ya su consuelo! ¡Pobres de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque después tendrán hambre! ¡Pobres de ustedes cuando todos hablen bien de ustedes, porque de esa misma manera trataron a los falsos profetas en tiempos de sus antepasados!”.

*Los que vienen a escuchar a Jesús no son solamente los judíos de Judea y Jerusalén, sino también los gentiles de las afueras de Palestina.

Comentario breve:

El Evangelio según San Mateo presenta a Jesús en la montaña cuando predica sus famosas bienaventuranzas. San Lucas lo coloca en el llano, bajando de la montaña para atender a la multitud y darles la Nueva Ley. En el estilo típico de Lucas, la gente ha venido de todas partes para escuchar la palabra de Dios y sanarse. La mención de las diferentes regiones de donde procede la gente muestra una vez más la inclusividad del Reino de Dios. La cuarta bienaventuranza nos da la clave del sermón: Jesús no desea que seamos pobres, hambrientos o perseguidos, pero nos dice que seremos benditos si nos tratan como trataron a los profetas de antaño. Las lamentaciones son dirigidas a los ricos que no usan sus riquezas para ayudar a los necesitados y que no reconocen a Dios como la fuente de todos los dones. A menudo la riqueza es un impedimento para que pongamos toda nuestra confianza en Dios. El eje de este sermón es el mandamiento de amar a los enemigos, caracterizado por el perdón y la compasión. Esta enseñanza se basa en el amor de Dios por toda la humanidad.

Tres ideas importantes de la lectura:

•   Jesús echa por tierra todos los criterios humanos. Llama felices a los que en aquella época eran considerados perdidos y sin ninguna esperanza.

•   Los que saben que necesitan a Dios son bienaventurados. Los que se sienten autosuficientes merecen lástima.

•   Nadie disfruta ser perseguido o insultado, pero a veces este es el precio del discipulado.

Para la reflexión:

1. ¿Qué significan para ti los pobres? Explica.

2. ¿Te sientes identificado/a con alguna de las bienaventuranzas o lamentaciones? Explica.