III Domingo de Pascua, Ciclo C.
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 

Lectura del Evangelio según San Juan 21:1-19

En aquel tiempo, Jesús se hizo presente a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Sucedió así: Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”. Le contestaron: “Nosotros vamos también contigo”. Partieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús se presentó en la orilla. Pero los discípulos no podían saber que era él. Jesús les dijo: “Muchachos, tienen algo de comer?” Le contestaron: “Nada”. Entonces Jesús les dijo: “Echen la red a la derecha y encontrarán pesca”. Echaron la red y se les hicieron pocas las fuerzas para recoger la red, tan grande era la cantidad de peces. El discípulo amigo de Jesús dijo a Simón Pedro: “Es el Señor”. Cuando Pedro oyó esto de “Es el Señor”, se puso la ropa (se la había sacado para pescar) y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron a la barca, arrastrando la red llena de peces; estaban como a cien metros de la orilla. Cuando bajaron a tierra, encontraron un fuego prendido y sobre las brasas pescado y pan.

Comentario breve:

Se cree que este capítulo es una adición a la versión original del evangelio que concluye en 20:31; sin embargo, estos versículos se han encontrado en todos los manuscritos que han llegado hasta nosotros. El capítulo está dividido en dos partes: la pesca milagrosa y el diálogo entre Jesús y Pedro. En la primera parte es de nuevo el Discípulo Amado el que primero reconoce a Jesús como “el Señor”. La historia usa los símbolos de noche y día para destacar que lo que no se logró en la oscuridad se hace ahora posible al amanecer. El evangelista usa los temas de noche y día, tinieblas y luz a través de todo su Evangelio. El fuego preparado por Jesús nos recuerda su papel de servidor de todos y prepara el escenario para el diálogo que sigue.

Pedro negó a Jesús tres veces (18:16-25) y ahora Jesús le da la oportunidad de profesarle su amor tres veces también. Cuando este capítulo fue escrito alrededor de los años 90, ya Pedro había “abierto los brazos” para morir crucificado en la colina del Vaticano en Roma

Tres ideas importantes: de la lectura:

  • Los discípulos de Cristo no podemos hacer nada sin la ayuda del Señor.

  • El dolor de Pedro es conmovedor. Sin embargo, Jesús nunca dudó de su amor.

  • Las palabras: “Con todo, no se rompió la red”, nos recuerda la promesa de Jesús de mantener a su Iglesia unida en medio de la carga de sus limitaciones y de las diferencias (clases de peces).

Para la reflexión:

1. ¿Cuál es mi actitud hacia alguien que me ha rechazado o negado? Explica.

2. ¿Puedo dejar mis fracasos en manos de Jesús para que El me ayude a amar y a ser amado de nuevo?