XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según San Lucas 20:27-38

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos, quienes niegan la resurreccióm de los muertos, y por eso le preguntaron: “Maestro, Moisés nos enseñó lo siguiente: ‘Si uno tiene un hermano casado que muere sin dejar hijos, debe casarse con la viuda para tener con ella hijos que llevarán el apellido del difunto’. Había pues, siete hermanos. Se casó el primero, y murió sin dejar hijos. El segundo y después el tercero se casaron con la viuda. Y los siete murieron igualmente, sin dejar hijos. Finalmente, murió también la mujer. Esta mujer, si hay resurrección de los muertos, ¿de cuál de ellos va a ser esposa, puesto que los siete la tuvieron por esposa?” Jesús les respondió: “En este mundo los hombres y las mujeres se casan. Pero los que merezcan tener la otra vida y resucitar de entre los muertos, ya no se casarán. Y tampoco morirán, porque serán semejantes a los ángeles. Y son hijos de Dios, pues El los ha resucitado. En cuanto a saber si resucitan los muertos, ya Moisés lo dio a entender en el pasaje de la Zarza en el que llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. Ahora bien, Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; pues para Él siguen viviendo”.

Comentario breve:

Los Saduceos, los jefes de los sacerdotes, eran los dirigentes del pueblo de Dios. No creían en cosas espirituales ni en la resurrección, innovaciones funestas, según ellos, que debilitaban el espíritu nacionalista y el poder del aparato central. Su Biblia se reducía al Pentateuco, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, donde se habla mucho de los sacerdotes y nada de la resurrección. En la lectura de hoy, trataron de usar una historia absurda para ridiculizar la creencia en la resurrección de los muertos. Al cuestionar a Jesús en público, lo forzaron a ponerse de parte de ellos o a quedar como un tonto aceptando una situación increíble. La ley a la que se referían se encuentra en Deuteronomio 25, 5-10 y Ruth 3,9-4,12, pero al igual que otras prescripciones legalistas, son absurdas cuando se toman “literalmente”. Como el propósito fundamental de esta ley era asegurar la continuidad del apellido, Jesús les indica que este argumento es ilógico en la vida celestial, pues allí, al no haber muerte, ¡no hay razón para la procreación! Jesús también les enseña que aún Moisés creyó en la resurrección pues habló de Abraham, Isaac y Jacob “vivos” delante de Dios.

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Los saduceos trataron de aplicar conceptos humanos al misterio de la resurrección. Eran incapaces de imaginarse una vida diferente a la terrena.

  • La resurrección significa, no una supervivencia de «algo de nosotros», sino una transfiguración de toda nuestra persona. Y esto se hará por gracia y obra de Dios: vamos a renacer de Dios mismo.

  • Dios es el Dios de los vivos y la relación de amor que tiene con nosotros no terminará con la muerte corporal.

Para la reflexión:

  1. ¿Crees en la resurrección? ¿Cómo afecta tu vida esta creencia? Explica.

  2. ¿Has tratado alguna vez de ridiculizar a alguien haciéndole preguntas absurdas en público?