XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según san Juan 6:51-58

 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y la daré para la vida del mundo”. Los judíos discutían entre ellos. Unos decían: “¿Cómo este hombre va a darnos a comer su carne?” Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad. El que come mi carne y bebe mi sangre, vive la vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera. El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí, y yo en él. Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por él, así, quien me come a mí tendrá de mí la vida. Este es el pan que bajó del cielo, no como el que comieron los antepasados de ustedes, los cuales murieron. El que coma este pan vivirá para siempre”.

Comentario breve:

La lectura de hoy continúa el relato de las objeciones y las dudas de los discípulos ante las enseñanzas de Jesús. El discurso del “pan de vida” está basado en varias lecturas del Antiguo Testamento que se refieren al “alimento bajado del cielo que satisface el hambre del pueblo y al maná, pan celestial”. (ver Ex 16:4; Neh 9:15; Salmo 78:24; Salmo 105:40). Los versículos del 51 al 58 usan un vocabulario más radical: carne, sangre, comer, alimentarse, beber. En la primera parte del discurso Jesús habló acerca de cómo alimentar a los discípulos que creían. El verbo “creer” se reemplaza aquí por: “a no ser que coman”. Estos versículos hablan claramente del alimento sacramental. Jesús proclamó una comunión misteriosa y real entre su propio Cuerpo y el nuestro. Juan, quien es el único evangelista que no relata la Última Cena, transfirió todo el contenido Eucarístico a este capítulo. Aquí él une los dos elementos esenciales de la Eucaristía cristiana: la palabra (ver 35:47) y el pan (ver 48:59).

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Cuando somos alimentados con la Eucaristía renovamos nuestro compromiso de servir a Cristo en aquellos que sufren hambre física o espiritual.

  • Cuando decimos Amén en la Eucaristía estamos diciéndole sí al cuerpo de Cristo. Esto incluye la presencia real de Cristo en el sacramento, y también en todos los que nos rodean.

  • Los cristianos estamos llamados a participar de lleno en la vida de Cristo. A través de la Eucaristía somos uno con él y con los demás.

Para la reflexión:

  1. ¿Cómo puedo ser alimento para alguien que necesite ayuda esta semana? Dé ejemplos.

  2. Cuando digo Amén al Cuerpo y la Sangre de Cristo, ¿les doy también la bienvenida a los que me caen mal?