IV Domingo de Cuaresma, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según San Lucas 15:1-3,11-32

En aquel tiempo, muchos publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Y por eso los fariseos y maestros de la Ley murmuraban y criticaban: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos”. Entonces, Jesús les dijo esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la propiedad que me corresponde’. Y el padre la repartió entre ellos. Pocos días después, el hijo menor reunió todo lo que tenía, partió a un lugar lejano, y allí malgastó su dinero en una vida desordenada. Cuando lo gastó todo sobrevino en esa región una escasez grande y comenzó a pasar necesidad. Entonces fue a buscar trabajo y se puso al servicio de un habitante de ese lugar que lo envió a sus campos a cuidar cerdos. Hubiera deseado llenarse el estómago con la comida que daban a los cerdos, pero nadie le daba nada. Entonces se puso a reflexionar: ‘¿Cuántos trabajadores de mi padre tienen pan de sobra, y yo aquí me muero de hambre? ¿Por qué no me levanto? Volveré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus siervos’… (Busque la lectura completa en su Biblia)

Comentario breve:

En este capítulo de Lucas, los líderes religiosos critican a Jesús porque se asocia con pecadores y cobradores de impuestos. Esta crítica sirve de introducción a las tres parábolas que siguen, conocidas como las parábolas de la misericordia. Lo que une las tres historias es la alegría que se experimenta cuando encontramos lo que estaba perdido, en este caso, los pecadores y los marginados. La tercera es la más famosa por su contenido y su belleza literaria. En realidad, la historia no es sobre “el hijo pródigo”, sino sobre el amor de un padre por sus dos hijos que rompe con todas las costumbres de la época. De acuerdo a la Ley judía, el primogénito recibía el doble de la herencia (Deut 21:17). En este caso, el hijo menor exigió de su padre el tercio que le tocaba y se marchó lejos. Después de despilfarrar su fortuna, la miseria forzó al joven a regresar a la casa paterna, donde fue recibido por el padre con los brazos abiertos. No hay reproches, solamente la alegría de haber recobrado lo que estaba perdido. La parábola continúa narrando la reacción del hijo mayor que hasta se niega a entrar a la casa si su hermano está allí. El padre sale también a buscar a este hijo y le reafirma que todas sus riquezas son suyas, pero a la vez lo anima a que se alegre con él porque su hermano ha sido encontrado.

Tres ideas importantes de la lectura:

•  Dios está siempre esperando por nosotros, aún antes de que decidamos regresar.

•   Todo lo que el padre posee le pertenece al hijo mayor, el cual no pierde nada por recibir a su hermano en la casa.

•   Dios nos ofrece a cada uno su amor incondicional y pródigo

Para la reflexión:

1. ¿A quién me asemejo más, al joven o al hermano mayor? ¿Quizás un poco a cada uno?

2. ¿Trato de ser como el padre de esta historia? Da ejemplos concretos.