V Domingo de Cuaresma, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según San Juan 8:1-11

En aquel tiempo, Jesús se fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo y toda la multitud venía a él. Entonces se sentó para enseñar. Los maestros de la Ley y los fariseos le trajeron una mujer que había sido sorprendida en adulterio. La colocaron en medio y le dijeron: “Maestro, han sorprendido a esta mujer en pleno adulterio. La Ley de Moisés ordena que mujeres como ésta deben morir apedreadas.* Tú, ¿qué dices?” Con esto querían ponerlo en dificultades para poder acusarlo. Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como le seguían preguntando, se enderezó y dijo: “El que no tenga pecado lance la primera piedra”. Se inclinó de nuevo y siguió escribiendo en el suelo. Y todos se fueron retirando uno a uno, comenzando por los más viejos. Jesús quedó solo con la mujer que seguía de pie en el mismo lugar. Entonces se enderezó y le dijo: “Mujer, ¿dónde están? ¿Ninguno te ha condenado?”. Ella contestó: “Ninguno, Señor”. Jesús le dijo: ”Yo tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar en adelante”.

**Levítico 20:10; Deuteronomio 22:22-24

Comentario breve:

Los capítulos 7 y 8 del Evangelio según San Juan narran los desacuerdos teológicos entre Jesús y los líderes religiosos judíos. Fueron estas disputas las que contribuyeron a llevar a Jesús hasta la cruz. Cuando este Evangelio se escribió, la comunidad joánica ya había sido expulsada de la sinagoga. Esto se debió en parte a la manera literal en que los judíos interpretaban la Ley de Moisés y el énfasis de Jesús en la ley del perdón y del amor. En este pasaje, los maestros de la Ley y los fariseos tratan de hacerle quedar mal ante todos. Le presentan un caso indiscutible: “¡la han sorprendio en pleno adulterio!” El silencio inicial de Jesús y su misterioso escribir en el suelo paralizan la actitud maliciosa de sus oponentes. Las palabras de Jesús al final del episodio no aprueban el adulterio, sino que demuestran de una forma dramática el alcance del perdón de Dios.

Tres ideas importantes de la lectura:

  Jesús distingue entre el pecado y el pecador. Sus últimas palabras enlazan su perdón con la admonición de no volver a pecar en adelante.

•   A medida que la pasión se acerca, las acciones de Jesús chocan más con las autoridades religiosas judías que temen perder su poder sobre el pueblo.

•   Las palabras: “El que no tenga pecado lance…”, prácticamente impide que podamos tirarnos piedras unos a otros.

Para la reflexión:

1. ¿Cuál es mi actitud hacia los que han caído? ¿Me apresuro a “tirar la primera piedra”?

2. ¿Creo que soy tan perfecto(a) que tengo permiso para juzgar a los demás?