XXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según san Marcos 8:27-35

En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino preguntó a éstos: “¿Quién dicen los hombres que yo soy?” Ellos contestaron: “Algunos dicen que eres Juan Bautista; otros, que Elías; otros, que eres alguno de los profetas”. El, entonces, les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro le contestó: “Tú eres el Cristo”. Pero Jesús le dijo con firmeza: “no se lo digan a nadie”. Luego comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley; que iba a ser condenado a muerte y que resucitará después de tres días. Hablaba con mucha claridad. Debido a eso, Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. En cierto momento Jesús se dio vuelta y vio a sus discípulos. Entonces se puso a reprender a Pedro con estas palabras: “Déjame pasar Satanás. Tú piensas como los hombres y no como Dios”. Luego llamó no solamente a sus discípulos sino que a toda la gente, y les dijo: “Si alguno quiere seguirme que se niegue a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiere asegurar su vida la perderá; en cambio, el que pierda su vida por mí y por el Evangelio se salvará”.

Comentario breve:

Hoy vemos un momento crítico en el relato de Marcos de la vida pública de Jesús. La opinión popular era que Jesús era un profeta. Sin embargo, los discípulos, por boca de Pedro, lo reconocen como el Mesías. Jesús acepta que en verdad él es el prometido de Dios, pero les pide que no lo digan a nadie. Los discípulos, al igual que la multitud y los escribas y fariseos, tenían la noción de que el Mesías sería un líder político y religioso que devolvería a Israel la gloria que había disfrutado durante los reinados de David y Salomón. Aunque Pedro creyó en Jesús, no fue capaz de aceptar la revelación de su rol como el Servidor doliente que tenía que sufrir y ser rechazado. Pedro trata de impedirle al Maestro que vaya a Jerusalén.

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Para Marcos Jesús es lo mismo que el evangelio.

  • Pedro protestó ante la posibilidad del sufrimiento y la muerte.

  • Jesús les enseñó sobre la inevitabilidad del sufrimiento y la necesidad de aceptarlo con plena confianza en Dios.

Para la reflexión:

  1. ¿Qué espero de Dios? ¿Me gustaría que Dios hiciera lo que yo quiero porque mis planes son “mejores”?

  2. ¿Presto demasiada atención a lo que la gente piensa de mí? ¿Temo las opiniones de los demás?