XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según san Juan 6:1-15

En aquel tiempo, Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberíades. Lo acompañaba muchísima gente a causa de las señales milagrosas que lo veían hacer en los enfermos. Jesús subió a un cerro y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, fiesta de los judíos. Jesús, levantando los ojos, vio todo ese pueblo que estaba subiendo hacia él, y dijo a Felipe: “¿Dónde podremos conseguir pan para que coman?” Esto lo decía Jesús par ponerlo a prueba, porque él sabía bien lo que iba a hacer. Felipe respondió: “Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo de pan”. Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero ¿qué es esto para tanta gente?” Jesús les dijo: “Hagan que se sienten los hombres”. Pues había mucho pasto en este lugar. Se sentaron entonces los hombres en número de unos cinco mil. Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a todos los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran para que no se pierda nada”. Y llenaron doce canastos con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada. Al ver la señal que hizo Jesús, los hombres decían: “Este es ciertamente el profeta que ha de venir al mundo”. Pero cuando Jesús vio que querían tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, huyó de nuevo solo a la montaña.

Comentario breve:

El milagro de la multiplicación de los panes es el único que aparece en los cuatro evaneglios. La razón principal es que se ve como una anticipación de la Última Cena y de la celebración de la Eucaristía. La lectura contiene gestos realizados por Jesús que hoy asociamos con la Eucaristía: “Tomó el pan, dió gracias, y lo repartió”. En la última cena, Jesús compartió con sus amigos el “Pan de Vida”; en esta escena, instruye a sus discípulos a que ellos alimenten a la multitud. Cuando Juan escribió su Evangelio (90-100 d.C.), el gesto de Jesús alimentando a la multitud tenía un doble mensaje: 1) La Eucaristía era una fuente inagotable de alimento; 2) los líderes de las comunidades tenían la responsabilidad de alimentar al pueblo, especialmente con la prédica y la Eucaristía.
Este ritual también nos recuerda que, en el Padre Nuestro, rogamos a Dios que nos de lo que necesitamos para poder seguir trabajando por el Reino. Nosotros también somos enviados hoy a alimentar a los que tienen hambre corporal y espiritual

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Todo pan que se comparte solidariamente se multiplica por el poder de Dios.

  • Jesús tenía una confianza total en Dios, y por eso ordenó repartir los escasos alimentos.

  • Este milagro refleja la fe de los judíos en un Dios providencial. La diferencia es que Jesús no permite que los discípulos simplemente “observen”, sino que los hace participar.

Para la reflexión:

  1. ¿Comparto de lo que tengo con los hambrientos? Explique.

  2. ¿Cómo ayudo a satisfacer la sed y el hambre espiritual que tantos sufren hoy?