V Domingo de Pascua, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana


Lectura del Evangelio según san Juan 15:1-8

 En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre el viñador. Si alguna de mis ramas no produce fruto, él la corta; y limpia toda rama que produce fruto, para que dé más. Ustedes ya están limpios. La palabra que les he dirigido los ha purificado. Permanezcan en mí y yo permaneceré en ustedes. Como la rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece en la planta, así tampoco pueden ustedes producir frutos si no permanecen en mí. Si alguien permanece en mí y yo en él, produce mucho fruto, pero sin mí no puede hacer nada. El que no se quede en mí, será arrojado afuera y se secará como ramas muertas: hay que recogerlas y echarlas al fuego, donde arden. Si se quedan en mí, y mis palabras permanecen en ustedes, todo lo que desean lo pedirán y se les concederá. Mi Padre encuentra su gloria en esto: en que ustedes produzcan mucho fruto, llegando a ser con esto mis auténticos discípulos”.

Comentario breve:

Este es el monólogo más largo de Jesús que aparece en el Evangelio de Juan. Para describir la unión íntima con sus discípulos, Jesús usa una alegoría del Antiguo Testamento que describe a Israel como la vid de Yahvé (Salmo 80:9-20). Los viñadores eran responsables de ocuparse de que los viñedos crecieran saludables. Cuando las ramas no daban fruto las cortaban y las dejaban secar en las paredes para usarlas más tarde en el fuego. Esta alegoría demuestra la intimidad entre Jesús y sus discípulos: sin él no podrán hacer nada. Al preparar a sus compañeros para la misión, les recuerda que él es la vid verdadera que el Padre cuida con esmero y amor. Las ramas que producen frutos son aquellos que han aceptado la palabra viva de Jesús y permanecen en él.

Tres ideas importantes de la lectura:

  • Los discípulos producen fruto cuando permanecen unidos a Jesús en el amor.

  • Sólo Jesús es la fuente de nuestra vida, y no debemos buscar o apegarnos a otra fuente que no sea él.

  • La fecundidad no radica en grandes discursos, sino en una vida de justicia y amor por los demás.

Para la reflexión:

  1. ¿Son mis actos coherentes con mi fe cristiana? Comparta un ejemplo.

  2. ¿Hay algo o alguien que me mantiene separado(a) de Cristo? ¿Qué voy a hacer al respecto?