IV Domingo de Adviento, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Lectura del Evangelio según san Lucas 1:26-38

En aquel tiempo, Dios envió al ángel Gabriel donde una joven virgen que vivía en una ciudad de Galilea llamada Nazaret, y que era prometida de José, de la familia de David. Y el nombre de la virgen era María. Entró el ángel a su casa y le dijo: “ Alégrate tú, la amada y favorecida; el Señor está contigo”. Estas palabras la impresionaron y se preguntaba qué querría decir ese saludo. Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Vas a quedar embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Lo ensalzarán y con razón lo llamarán: Hijo del Altísimo. Dios le dará el trono de David, su antepasado. Gobernará por siempre el pueblo de Jacob y su reino no terminará jamás”. María entonces dijo al ángel: “¿Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?” Contestó el ángel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso tu hijo será Santo y con razón lo llamarán Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel: en su vejez ha quedado esperando un hijo, y la que no podía tener familia se encuentra ya en el sexto mes del embarazo; porque para Dios nada es imposible”. Dijo María: “Yo soy la esclava del Señor; que haga en mí lo que has dicho”. Después de estas palabras el ángel se retiró.

Comentario breve:

Desde el siglo II se ha visto a Lucas como el “querido médico” (Colosenses 4:14) que acampanó a Pablo desde Troas hasta Filipos. La narración del nacimiento de Jesús que encontramos en este Evangelio es completamente distinta a la de Mateo. Aquí el énfasis no está en José, sino en María quien es la destinataria del anuncio del ángel. En la segunda parte del relato, se destaca la virginidad de María. Lucas resalta que la concepción de Cristo fue totalmente virginal por obra del Espíritu Santo. Ante la objeción de María de que no había tenido relación con ningún hombre, el ángel le da como señal el embarazo de su parienta Isabel en su vejez, porque: “para Dios nada es imposible”.

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión personal o comunitaria:

  1. ¿Estoy abierta a la vida de Dios en mi? ¿He pensado alguna vez que Dios me pide lo imposible?

  2. ¿Qué me dicen hoy las palabras del ángel: “No temas....”? ¿Cuáles son los miedos que quiero entregarle al Señor?