XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
La Voz
Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana
Evangelio
según san Mateo 13:24-43
En aquel tiempo, Jesús propuso este ejemplo a la gente: “El Reino de los cielos es como un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, cuando todos estaban durmiendo, vino su enemigo y sembró maleza en medio del trigo. Cuando el trigo estaba echando espigas, apareció la maleza. Entonces los trabajadores fueron a decirle al patrón: ‘Señor, no sembró buena semilla en su campo?, de dónde, pues, viene esta maleza?’ Respondió el patrón: ‘Algún enemigo la ha sembrado’. Los obreros le preguntaron: ‘¿Quieres que la arranquemos?’ ‘No, dijo el patrón, no sea que al arrancar la maleza arranquen también el trigo. Dejen crecer juntos el trigo y la maleza. Cuando llegue el momento de la cosecha yo diré a los segadores; Corten primero la maleza y en atados échenla al fuego, y después guarden el trigo en las bodegas’”…
Comentario breve:
Como ya sabemos, la comunidad para la que Mateo escribió estaba formada predominantemente por judíos cristianos, para quienes Jesús representaba la consumación del Antiguo Testamento. Mateo dividió su evangelio en cinco sermones que representaban los cinco libros de Moisés (el Pentateuco). Según Mateo, Jesús era el nuevo Moisés, el proclamador de la nueva ley, el Maestro. Cuando Mateo escribió su evangelio, alrededor del año 85 d.C., los cristianos eran cruelmente perseguidos y, ante los peligros, algunos perdían su fe. En el texto de hoy, la frase: “No teman” aparece tres veces. Con estas palabras Jesús animó a los discípulos y atacó los miedos que podrían causar que ellos abandonaran su misión. El Maestro les aseguró que sus perseguidores podrían matar el cuerpo, pero nunca el alma. La venida del Reino de Dios era inevitable y los discípulos no podían permitir que el miedo los paralizara.
Tres ideas importantes la lectura:
El miedo no debe impedir que proclamemos el evangelio con todas sus exigencias.
Jesús promete que nunca estaremos solos cuando luchemos por hacer lo que es bueno y correcto.
Al final de nuestra vida seremos juzgados por la fidelidad a Jesús aún en los momentos difíciles.
Para la reflexión:
¿Cuáles son los miedos que no me dejan compartir el mensaje del evangelio? ¿Las burlas, las críticas, la pérdida de un trabajo, el rechazo, etc.?
¿Me he comportado alguna vez inadecuadamente porque: “todo el mundo lo hace”, o, “nadie se va a enterar”?