XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Evangelio según san Mateo 13:44-52

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: “El Reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo.  El hombre que lo descubre lo vuelve a esconder y, feliz de haberlo encontrado, vende cuanto tiene y compra ese campo.  El Reino de los Cielos es semejante a un comerciante que busca perlas finas.  Si llega a sus manos una perla de gran valor, vende cuanto tiene, y la compra”.   El Reino de los Cielos es semejante a una red que se echa al mar y recoge peces de todas clases.  Cuando está llena, los pescadores la sacan a la orilla.  Ahí se sienta, escogen los peces buenos y los echan en canastos, y tiran los que no se pueden comer.  Así pasará al fin del mudo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno ardiente, donde habrá llanto y desesperación”.  Preguntó Jesús: “Entendieron bien todas estas cosas?”  Ellos le respondieron: “Sí”.  Entonces, Jesús añadió: “Todo maestro de la Ley que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos se parece a un padre de familia que de sus reservas va sacando cosas nuevas y cosas antiguas”.

Comentario breve:
La lectura de hoy es exigente y conflictiva. Parece que Jesús está destruyendo los lazos familiares que eran tan importantes para la cultura judía de su tiempo. En verdad, estas palabras no son un ataque al valor de la vida familiar, sino un aviso a los discípulos que la fidelidad al mensaje evangélico puede ser causa de divisiones y conflictos entre las familias. Si llegara el caso extremo de tener que escoger entre la vida cristiana y la familia, Jesús nos pide una fidelidad total al evangelio. El texto también resalta la unión entre la vida del Señor y de sus seguidores: como Jesús hemos de cargar nuestra cruz, y como él hemos de perder la vida para encontrarla. Si el Hijo de Dios sufrió rechazos y conflicto, sus seguidores lo harán también.

Tres ideas importantes la lectura:

Para la reflexión:

  1. ¿He tenido problemas con familiares o amigos por razón de mi fe? ¿Qué pasó?

  2. ¿Recibo cálidamente a todos los que me visiten, sean de la raza, nacionalidad o condición que sea? Da ejemplos.