VII Domingo de Pascua, Ciclo A
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Evangelio según San Juan 17:1-11a

 En aquel tiempo, Jesús elevó los ojos al cielo y dijo: “Padre, ha llegado la hora: da gloria a tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria a ti, usando el poder que a él le diste sobre todos los hombres para comunicar la vida eterna a todos aquellos que le diste a él. Pues ésta es la vida eterna: conocerte a ti, único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesús, el Cristo. Te he glorificado en la tierra, cumpliendo la obra que me habías encargado. Ahora tú, Padre, dame junto a ti la misma gloria que tenía a tu lado desde antes que comenzara el mundo.  A los que me diste, salvándolos del mundo, les he manifestado tu nombre. Los sacaste del mundo, pues eran tuyos, y me los diste, y han hecho caso de tu palabra. Ahora ellos reconocen que viene de ti todo lo que me diste.  Las palabras que me confiaste, se las he entregado y las han recibido.  Reconocieron verdaderamente que yo he salido de ti, y creen que tú me enviaste. Yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, que ya son tuyos - todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío - y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos quedan en el mundo, mientras yo vuelvo a ti”.

Comentario breve:

El capítulo 17 contiene la oración de Jesús que desde el siglo XVI se conoce como la “oración sacerdotal”. En esta oración el Señor le pide al Padre que le otorgue la gloria en esta hora decisiva de su muerte y de su consecuente triunfo y resurrección. El Hijo glorificó al Padre al cumplir su misión de revelarlo ante los suyos, y ahora pide al Padre que le otorgue la gloria merecida que ya poseía desde antes de ser enviado. La vida eterna comienza cuando reconocemos al Dios verdadero y a Jesús, su enviado.

  Cuando Juan escribe este Evangelio, las comunidades cristianas confrontaban desacuerdos teológicos que amenazaban su unidad. En este texto Jesús pide al Padre que proteja a todos los creyentes y pide también un don especial para todos aquellos que creen en él: la UNIDAD. Esta petición está basada en la unión que Jesús tiene con el Padre y la cual ha logrado con sus discípulos.

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión:

  1. ¿Estoy disfrutando la vida eterna que ya ha comenzado? ¿Estoy en paz conmigo mismo?

  2. ¿Cómo ayudo a que otros puedan vivir a plenitud? ¿Me limito a hablarles sólo de religión?