Solemnidad de Pentecostés
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Evangelio según San Juan 20:19-23

 La tarde de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban a puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús se hizo presente allí, de pie en medio de ellos. Les dijo: “La paz sea con ustedes”.  Después de saludarlos así, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo al ver al Señor. El les volvió a decir: “La paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió a mí, así yo les envío a ustedes”. Dicho esto, sopló sobre ellos: “Reciban el Espíritu Santo, a quienes ustedes perdonen, queden perdonados, y a quienes no libren de sus pecados, queden atados”.

* Originalmente era la fiesta agrícola judía establecida para presentar a Dios las primeras espigas y se celebraba siete semanas después de la Pascua. De ahí viene su nombre griego, pentekoste (día quincuagésimo).

Comentario breve:

El Evangelio de Juan nos da un relato único de la venida del Espíritu Santo sobre los discípulos. Al aparecer Jesús los discípulos estaban llenos de miedo y justamente por eso el Señor los saluda deseándoles la paz. Después de otorgarles este don, vienen los dos hechos más importantes del relato: el envío oficial por el cual Jesús pone en manos de sus amigos la continuación de su misión; en lo sucesivo actuarán como autorizados del Padre. Enseguida y para que ellos puedan ser capaces de proclamar al Dios de amor, perdón y justicia tienen que ser habilitados con la presencia del Espíritu. En este envío, los discípulos se convierten en apóstoles, que quiere decir “enviados”. Los últimos versículos hablan claramente del poder de la comunidad de perdonar en el Nombre de Jesús. A través de la presencia del Espíritu, la comunidad cristiana podrá acoger o excluir, en nombre de Dios, a los hermanos de la comunidad eclesial.

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión:

  1. ¿Dejo que personas o situaciones me quiten la paz y el gozo de Cristo? Explique.

2.              ¿Soy un instrumento de paz y perdón en mi familia, centro de trabajo y parroquia? ¿Cómo?