Solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Evangelio según San Juan 6:51-58  

 En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que coma de este pan vivirá para siempre.  El pan que yo daré es mi carne, y la daré para la vida del mundo”. Los Judíos discutían entre ellos.  Unos decían: “Cómo este hombre va a darnos a comer su carne?” Jesús les contestó: “En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre, y no beben su sangre, no viven de verdad.  El que come mi carne y bebe mi sangre, vive de vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es comida verdadera y mi sangre es bebida verdadera.  El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mí, y yo en él. Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por él, así, quien me come a mí tendrá de mí la vida. Este es el pan que bajó del cielo, no como el que comieron los antepasados de ustedes, los cuales murieron. El que come este pan vivirá para siempre”.

Comentario breve:

La lectura de hoy está considerada por los estudiosos bíblicos como una homilía basada en las enseñanzas de Jesús, pero elaborada más tarde por un predicador cristiano inspirado por el Espíritu Santo. En este sentido, todo el discurso del Pan de Vida viene del Señor. El texto le señala a los lectores de hoy las dificultades que sentían los judíos al oir las palabras de Jesús. El discurso está basado en varias lecturas del Antiguo Testamento que se refieren al “alimento bajado del cielo que satisface el hambre del pueblo y al maná, pan celestial”. (Vea Ex 16:4; Neh 9:15; Salmo 78:24; Salmo 105:40). Los versículos del 51 al 58 son la sección final del discurso y usan un vocabulario más radical: carne, sangre, comer, alimentarse, beber. En la primera parte del discurso Jesús habló acerca de cómo alimentar a los discípulos que creían. El verbo “creer” se reemplaza aquí por: “a no ser que coman”. Estos versículos hablan claramente del alimento sacramental. Jesús proclamó una comunión misteriosa y real entre su propio Cuerpo y el nuestro. Juan, quien es el único evangelista que no relata la Última Cena, transfirió todo el contenido Eucarístico a este capítulo. Aquí él une los dos elementos esenciales de la Eucaristía cristiana: la palabra (ver 35:47) y el pan (ver 48:59).

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión:

  1. ¿Cómo puedo ser alimento para alguien que necesita ayuda o que necesita ser escuchado?

  2. Cuando digo Amén al Cuerpo y la Sangre de Cristo, ¿estoy también dándole la bienvenida a los que me caen mal?