IV Domingo de Cuaresma, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Lectura del Evangelio según San Juan 3:14-21

En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto, para que todo aquel que crea en él tenga la vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo Único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no mandó a su Hijo a este mundo para condenar al mundo sino para salvarlo. El que cree en él no se pierde; pero el que no cree ya se ha condenado, por no creerle al Hijo Único de Dios. La Luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas: ahí está la condenación. El que obra mal, odia la luz y no viene a la luz, no sea que su maldad sea descubierta y condenada. Pero el que camina en la verdad busca la luz, para que se vea claramente que sus obras son hechas según Dios”.

Comentario breve:

La referencia a la serpiente recuerda el incidente en el libro de Números 21:9 en que una serpiente de bronce fue levantada por Moisés en el desierto como símbolo de salvación para los judíos. Juan compara ese hecho con el momento en que el Hijo del Hombre será también “levantado” en el madero de la cruz para la salvación de todos. El propósito de la vida de Jesús es salvar a todo el mundo, pero algunos se condenarán a sí mismos al rechazar la Luz. El amor de Dios no se impone jamás, pero quien lo rechaza se condena a sí mismo. Para Juan, Nicodemo es el modelo del verdadero discípulo por haber aceptado el don de la revelación en su corazón.

Tres ideas importantes de la lectura:

                     Para la reflexión:

  1. ¿Cómo doy testimonio ante los demás del amor de Dios por todos?

  2. ¿De qué forma concreta escogí la luz y rechacé las tinieblas esta semana?