VII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Lectura del Evangelio según san Marcos 2:1-12

Tiempo después, Jesús volvió a la ciudad de Cafarnaún y se supo que estaba en casa. Se reunió tanta gente que no quedaba lugar ni siquiera delante de la puerta. Y mientras Jesús les anunciaba su mensaje; le trajeron un paralítico; cuatro hombres lo llevaban en su camilla. Como no podían acercarlo a Jesús a causa de la multitud, abrieron el techo del lugar donde él estaba y por ahí bajaron al enfermo en su camilla. Cuando vio la fe de esta gente, Jesús dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Estaban ahí sentados algunos maestros de la Ley, y pensaron: ”¿Cómo puede hablar así e insultar a Dios? Pues, ¿quién puede quitar el pecado sino Dios y solamente él?”. En ese mismo instante el espíritu de Jesús supo lo que pensaban. Por eso les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil decir al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o ‘Levántate, toma tu camilla y anda’? Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene en la tierra el poder de perdonar los pecados”. Y le dijo al paralítico: “Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. El se levantó, y al momento, todos lo vieron que cargaba su camilla para irse con ella. La gente quedó asombrada y todos alabaron a Dios, pues decían: “Nunca habíamos visto nada parecido”.

Comentario breve:

En el capítulo 2, Marcos continúa las historias de las curas milagrosas de Jesús. Hoy, el Señor regresa a la casa de Simón, allí donde había curado a su suegra y donde ahora se congrega un gentío. Cuatro hombres llevando en la camilla al amigo paralítico conmueven a Jesús quien no espera palabra alguna del enfermo. Al ver la fe de los amigos le dice al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados”. Todo judío sabía que el poder de perdonar los pecados era un privilegio exclusivo de Dios. Las palabras de Jesús en esta escena marcan el inicio de muchos encuentros polémicos con los fariseos y los escribas. La acusación de blasfemia o insulto a Dios la repiten los fariseos en el juicio de Jesús (14:60-64).

Tres ideas importantes de la lectura:

                    Para la reflexión:

  1. ¿Me encuentro paralizado por el miedo o por no ser capaz de aceptar el amor y el perdón de Dios?

  2. ¿Puedo perdonar a los que me han herido y así lograr liberarme del odio que me tiene paralizado espiritualmente?