XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Evangelio según san Mateo 10:26-33 

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: “No es digno de mí el que ama a su padre o a su madre más que a mí; no es digno de mí el que ama a su hijo o a su hija más que a mí. No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme. El que procure salvar su vida, la perderá, y el que la pierda por amor a mí, la hallará. El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. El que recibe a un profeta* porque es profeta, recibirá recompensa digna de un profeta. El que recibe a un hombre bueno por ser bueno, recibirá la recompensa que corresponde a un hombre bueno. Lo mismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de los míos, porque es discípulo mío, yo les aseguro que no quedará sin recompensa”.

*Alguien que habla en nombre de Dios. En este caso, los discípulos.

 

Comentario breve

La lectura de hoy es exigente y conflictiva. Parece que Jesús está destruyendo los lazos familiares que eran tan importantes para la cultura judía de su tiempo. En verdad, estas palabras no son un ataque al valor de la vida familiar, sino un aviso a los discípulos que la fidelidad al mensaje evangélico puede ser causa de divisiones y conflictos entre las familias. Si llegara el caso extremo de tener que escoger entre la vida cristiana y la familia, Jesús nos pide una fidelidad total al evangelio. El texto también resalta la unión entre la vida del Señor y de sus seguidores: como Jesús hemos de cargar nuestra cruz, y como él hemos de perder la vida para encontrarla. Si el Hijo de Dios sufrió rechazos y conflicto, sus seguidores lo harán también.

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión:

  1. ¿He tenido problemas con familiares o amigos por razón de mi fe? ¿Qué pasó?

  2. ¿Recibo cálidamente a todos los que me visiten, sean de la raza, nacionalidad o condición que sea? Da ejemplos