V Domingo de Cuaresma, Ciclo A
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Evangelio según San Juan 11: 3-7, 17, 20-27, 33-45

En aquel tiempo… las dos hermanas de Lázaro mandaron decir a Jesús: “Señor, el que amas está enfermo”. Jesús, al oírlo, declaró: “Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios, y por ella se manifestará la gloria del Hijo de Dios”. Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, se quedó allí dos días más. Después dijo a sus discípulos: “Volvamos a Judea”… Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba cuatro días en el sepulcro… Cuando Marta supo que Jesús venía en camino, salió a su encuentro, mientras que María permaneció en casa. Marta, pues dijo a Jesús: “Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero cualquier cosa que pidas a Dios, yo sé que Dios te la dará”. Jesús dijo: “Tu hermano resucitará”. Marta respondió: “Yo sé que resucitará en la resurrección de los muertos en el último día”. Jesús dijo: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá; y el que haya creído en mí, no morirá para siempre.¿Crees esto?” Ella contestó: “Sí, Señor, yo siempre he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios que ha de venir a este mundo”… Al ver Jesús el llanto de María y de todos los judíos que estaban con ella, se conmovió hasta el alma. Preguntó: “¿Dónde lo enterraron?” Le contestaron: “Señor, ven a ver”. Y Jesús lloró. Los judíos decían: “¡Miren cuánto lo quería!” Otros decían: “Si pudo abrir los ojos al ciego, bien podría haber hecho algo para que Lázaro no muriera”. Jesús, conmovido de nuevo interiormente, se acercó al sepulcro, que era una cueva tapada con una piedra. Jesús ordenó: “Saquen la piedra”. Marta, hermana del muerto, le dijo: “Señor, tiene mal olor, pues hace cuatro días que murió”. Jesús le respondió: “¿No te he dicho que, si crees, vas a ver la gloria de Dios?” Quitaron, pues, la piedra. Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: “Te doy gracias, Padre, porque has escuchado mi oración. Yo sé que siempre me oyes. Pero digo esto por la gente que está aquí, para que crean que Tú me has enviado”. Al decir esto, gritó muy fuerte: “¡Lázaro, sal fuera!” Y salió el muerto. Tenía las manos y los pies vendados, y la cabeza cubierta con un velo, por lo que Jesús dijo: “Desátenlo y déjenlo caminar”. Muchos judíos que habían ido a ver a María creyeron en Jesús cuando vieron lo que hizo.

Comentario breve:

La historia de la resurrección de Lázaro es muy conmovedora porque nos muestra el amor profundo que Jesús sentía por esta pequeña familia. Es la narrativa más larga en el Evangelio de Juan aparte de la Pasión, y es el culmen de los signos narrados en la primera parte del Evangelio. Este último milagro, escrito sólo por Juan, precede a la decisión del Sanedrín de matar a Jesús. El tema de la semana pasada fue el de Jesús como luz. En el evangelio de hoy, Jesús es la resurrección y la vida, y Lázaro es el signo. María y su hermana Marta nos son conocidas de la lectura de Lucas 10:38-42. Sus personalidades siguen siendo las mismas. Marta es la más dominante y activa, y María se sienta, y en este caso, se postra a los pies del Señor. Sin embargo, las dos creen que Jesús es el Cristo y que incluso después de la muerte lo que él le pida a Dios, Dios se lo concederá. En su oración de gracias y petición, Jesús se dirige a Dios como Abba, una palabra aramea que demuestra una intimidad filial. La palabra abba no había sido usada anteriormente en las fuentes judías contemporáneas para dirigirse a Dios.

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión:

  1. ¿Amo y me preocupo por mi familia y amigos de la misma forma que Jesús lo hizo por estos tres amigos?

  2. ¿Puedo llorar con los demás y acompañarles en su sufrimiento? Explique.