II Domingo de Cuaresma, Ciclo A
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana



Lectura del Evangelio según san Mateo 17:1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a un cerro alto, lejos de todo. En presencia de ellos, Jesús cambió de aspecto: su cara brillaba como el sol y su ropa se puso resplandeciente como la luz. En ese momento, se les aparecieron Moisés y Elías hablando con Jesús. Pedro tomó entonces la palabra y dijo a Jesús: “Señor, qué bien estamos aquí! Si quieres, voy a levantar en este lugar tres chozas: una para ti, otra para Moisés y la tercera para Elías”. Pedro estaba todavía hablando cuando una nube luminosa los envolvió y una voz que salía de la nube decía: “Este es mi Hijo, el Amado, al que miro con cariño; a él han de escuchar”. Al oír la voz, los discípulos cayeron al suelo, llenos de gran temor. Jesús se acercó, los tocó y les dijo: “levántense, no teman”. Ellos levantaron los ojos, pero no vieron a nadie más que a Jesús. Mientras bajaban del cerro, Jesús les ordenó: “No le hablen a nadie de lo que acaban de ver, hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos”.

Comentario breve:

La narrativa de la Transfiguración le confirmó a Mateo y a sus lectores que Jesús era el Hijo de Dios. La voz del cielo repitió la proclamación bautismal acerca de Jesús y añadió otro mandato: “escúchenlo”. Jesús había recibido la comunicación divina al empezar su ministerio y ahora, en la transfiguración, recibe otra, pues está para empezar una nueva etapa: la pasión. Jesús lleva ya dos años predicando, pero no se ve esperanza de que Israel supere la violencia que lo lleva a su ruina. Ya que ni siquiera los milagros logran convencer a sus compatriotas, a Jesús sólo le queda enfrentar las fuerzas del mal; su sacrificio será más eficaz que sus palabras para encender el amor y el espíritu de sacrificio en todos los que en adelante continuarán su obra salvadora. Tomó consigo a Pedro, a Santiago, y a Juan, quienes formaban el círculo íntimo entre los discípulos y fueron también a los que Jesús llamó aparte en el Jardín de Getsemaní. Por tanto, Mateo estaba muy interesado en sus reacciones a esta manifestación de la gloria de Dios. La historia nos dice que Pedro pidió permiso para construir tres tiendas en la esperanza de que se pudieran quedar con Jesús en ese maravilloso lugar hasta la llegada del Reino. Era una reacción humana natural después de ver algunos de los cambios externos de Jesús y de experimentar una chispa de su Reinado. Jesús hizo trizas sus esperanzas al exigirles que bajaran de la montaña (de nuevo a la realidad) y a no tener miedo. La presencia de Moisés y Elías representaba la Ley y los profetas del Antiguo Testamento.

Tres ideas importantes de la lectura:

Para la reflexión:

  1.  ¿Soy el tipo de católico que espera pasar la vida en la cima de una montaña disfrutando de visiones de gloria?

  2.  ¿A qué le tengo miedo si bajo de la montaña? ¿Demasiado trabajo? ¿Tener que cambiar mi vida? ¿Las expectativas que tiene la gente de mí como cristiano?